Por Luiza Tanuri
Según la 17ª edición del Anuario Brasileño de Seguridad Pública del Foro Brasileño de Seguridad Pública, durante 2022, Brasil registró el mayor número de violaciones de su historia. Se puede especular mucho sobre cómo este alarmante aumento está asociado con años de políticas públicas que alientan la denuncia y una mayor capacidad de los brasileños para identificar la violencia sexual. Sin embargo, estas especulaciones no eclipsan el hecho de que al menos 74.930 personas fueron violadas en Brasil durante el último año.
Entre tantas cifras alarmantes, se pueden destacar algunas. Según datos publicados, hubo un aumento del 8,6% en el número de violaciones de personas vulnerables en 2022 en comparación con 2021. Fueron 56.829 casos de violaciones de personas vulnerables (cuando la víctima tiene hasta 13 años) registrados por las autoridades brasileñas , y el 56,2% de los vulnerables son niños negros.
En total, 8 de cada 10 víctimas de violación en Brasil eran menores de 18 años.
De estas víctimas menores de 13 años, el 64,4% identificó a familiares como sus agresores. En este punto es necesario señalar que existe una enorme complejidad en el combate a los delitos que ocurren dentro del hogar. Las respuestas de las autoridades públicas, como un aumento del número de policías, no impactarían en la recurrencia de este tipo de delitos. También es necesario resaltar el papel esencial de la escuela a la hora de identificar este tipo de violencia. A menudo, son los profesionales escolares quienes identifican situaciones de abuso contra los niños. Esto resalta la necesidad de fortalecer a los profesionales de la educación y brindarles herramientas para identificar situaciones de violencia promoviendo, con sus estudiantes, debates sobre violencia sexual y doméstica.
Además, Promundo, a través de su metodología Programa P , trabaja directamente con padres y cuidadores además de profesionales del sector público que trabajan con familias para promover el cuidado parental participativo y fortalecer las políticas públicas. La labor de involucrar a los hombres en los cuidados durante el embarazo y la paternidad participativa en la primera infancia es una estrategia importante para prevenir la violencia. Promundo cree que un padre que se preocupa, que participa en el embarazo, el parto y los cuidados en los primeros años de vida puede ser un padre menos violento.
El empeoramiento de las cifras se produjo en todos los indicadores de violencia sexual en el país, así como en todos los demás indicadores que se refieren a niños, niñas y adolescentes –con excepción de los indicadores que se refieren a homicidios. Aumentaron los delitos de abuso y lesiones corporales, pornografía infantil, explotación sexual de niños y adolescentes. De las víctimas de abusos y daños corporales, la mayoría de las víctimas de la primera infancia son niños.
Durante la adolescencia, las víctimas más frecuentes de violencia física son las niñas negras, y los perpetradores de esta violencia son en su mayoría hombres del círculo familiar. Teniendo en cuenta todos estos datos, es fundamental que los hombres trabajen para deconstruir normas rígidas relacionadas con el género y promover otras posibilidades de realizar la masculinidad.
Finalmente, se destaca la necesidad de provocar al sector público en cuanto a una respuesta a estas terribles cifras. Ante la ausencia de políticas públicas que hayan demostrado ser efectivas para combatir la violencia sexual y de género, Promundo alienta al sector público a pensar que trabajar junto a los perpetradores de esta violencia es una medida esencial para la construcción de una nueva realidad. Acercar recursos y promover programas que trabajen directamente con hombres y niños junto con fortalecer a los profesionales que trabajan directamente con esta población es una forma de combatir esta devastadora realidad.
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